domingo, 12 de julio de 2009

Y al final, favores...

Estoy rodeado de gente. Caras, todas desconocidas. En realidad no veo a nadie, no distingo a unos de otros, sólo bultos por todas partes y no hay salida. Acorralado de por vida. Me refugio en una pared y de pronto llegas tú. Dices dos cosas, pero no te oigo. Hay mucho ruido y me cuesta, además, estás borracho, una vez más. Sonríes con tu cerveza en las manos. Te das la vuelta y buscas otros ojos, de colores y con chiribitas; y me borras del mapa, pero antes me pides un favor y caigo en la cuenta. Las miradas, las llamadas, las palabras,... y al final: favores. Otra vez. Digo que sí, que ya hablaremos, y sigues, satisfecho, tu camino, que en la oscuridad te lleva lejos de mí mientras yo sigo solo, junto a un muro y rodeado de gente desconocida que me da la espalda en un bar donde entran perros y hippies.

http://www.youtube.com/watch?v=YuELeUK0dcY

Pdt. Sigo meditando, escuchando de fondo a Don Omar y su 'Virtual diva'...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esos perros y hippies que nos hacen sonreir como todo lo que nos gusta. Esos favores compartidos y el miedo siempre presente. ¿Merece la pena realmente dejarse llevar? o ¿quizás deberiamos replantearnos volver al convento, a la sociedad más puritana y tradicional con olor a naftalina, necesaria para protegernos siempre de las polillas y los agregados?