Ahí estabas,
en una terraza con un maillot negro que no te había visto nunca. Se entreveía un
culote dorado. Y tus ojos verdes. Tu sonrisa lo envuelve todo. Iba a hacerle un
pantallazo a la foto, estuve a punto. La encontré porque esta mañana la colgó tu
amigo en su instagram, el comerciante. Lo tiene abierto y gracias a él puedo
saber de ti, sé que cada cierto tiempo vas de ruta. A veces los sábados, otras
veces los domingos. Siempre temprano, al norte, tan lejos de mí. En la foto
salía un tercero. También había un mapa con el recorrido. En estas fotos, las
de tu amigo, siempre sales sonriendo, y un poco descolocado. Un poco incómodo,
pero bien. Hallarte la primera vez no fue fácil, fueron horas y horas de pesquisas.
Te encontré en facebook, pero tienes el perfil cerrado a cal y canto… De ahí a
tus contactos, solo veinticuatro, y ¡voilá! probando, probando llegué al
comerciante, que tiene el face abierto parcialmente, pero el insta totalmente tiene
público… Siempre que me acuerdo visito su perfil y busco tus fotos, pocas, pero
son lo único que tengo. La de veces que habré visto el video en el que hablas
con una chica, que te entrevista y te confiesa que te sigue en redes… Estás tan
guapo… Verte siempre me deja el corazón contento, tranquilo, aunque sepa que nada
es real… Si supieras, quizá me moriría. Recuerdo el primer día que te vi, y las
veces que nos hemos cruzado en la calle. Ojalá supieras que existo…
Que no pare el amor, de José Velez