A solas
No sé muy bien por qué razón, pero este martes
cualquiera me he despertado con una desazón en el estómago. No entiendo por qué
esta intranquilidad que no me deja a solas. Es como algo que me aprisiona el
estómago, que me obliga a estar en alerta, como si adivinase que fuera a pasar
algo. Debe ser cosa del cambio horario o del climático. Tal vez es culpa del
barrendero que da voces a las siete de la mañana o, simplemente, de la vida,
que ha dejado de ser valiente…
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