Suena la música. Casi no se oye, pero está ahí, inundándolo todo. Conquistando rincones a paso lento, casi imperceptible. Es lo único que nos separa. Es sólo un instante. Intentas asirme, pero no alcanzas mis dedos. Se te escapan como sólo saben hacer los que ya no tienen mariposas en el estómago porque se le han subido todas a la cabeza. En ese segundo se desvanecen todas nuestras esperanzas. No llegas a tocarme. Esos milímetros que nos faltan lo cambian todo. Nos colocan a cada uno en sitios distintos. Ahora nos tocarán vericuetos diferentes. Lejos unos de otros. ¿Por qué no te esforzarte un poco más? ¿Por qué no pasó? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hubiera sido tan fácil si hubieses andado unos metros hasta mi puerto... Tal vez haya ahora demasiadas preguntas, que siempre, lamentablemente, finalizan donde mismo, en la nada. En esos silencios, que no son interpretables, porque sólo son eso: silencio.
http://www.youtube.com/watch?v=rmXOpj7YlkM
Pdt. De domingo, Aitor Navado y su 'Mi dulce piel'.
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