La mesa está manchada. Las lágrimas secas han dejado una huella que parece imborrable y no hay líquido con qué limpiarlas. Lo he intentado mil veces, pero cada diciembre me aburro. No puedo, ya no tengo más ánimos. Sueño con otras risas, pero la pena me puede. Y el péndulo vuelve a cruzar hacia la zona oscura. Aquella que me da miedo pisar. Una en la que me sé derrotado, incapaz de iluminar el sendero. Los ojos se me tapan con tanta lágrima y lucho por pensar que todo es mejor así, pero al mismo tiempo me cuesta dormir porque el temor, el mío, es demasiado grande. Me vuelven los fantasmas, aquellos que dictaron sentencia y decían que yo nunca sería lo suficientemente bueno para ti. Y ése y no otro es mi talón de Aquiles. Siempre que quieras hundirme sólo tienes que apretar esta tecla: La del desamor. De debilidades está el mundo lleno, pero al parecer mis manchas no se dejan vencer. Ahí siguen cada día recordándome lo que no fue, que te dejaste olvidadas las llaves junto a la puerta y que es al otro a quien quieres. Ellas invencibles y yo repudiado. A mí sólo me quedan los ratos libres. De tres a cuatro, los martes pares. Sólo eso. Y mientras tú vives con el ceño fruncido entre banalidades absolutas y cosas bellas y felices a mí me toca sonreír en mitad del desierto. Intentando ser mejor, pero irremediablemente infeliz. Y las cosas alegres se me tornan en angustia y las malas en nada. Y vuelvo a intentar sacar la suciedad de la mesa con un estropajo, pero vuelvo a comprender que es imposible rebelarse contra el devenir…
http://www.youtube.com/watch?v=18wsocHwLjI
Pdt. Aunque pueda parecer contradictorio, 'El momento más feliz' de La Casa Azul me parece una de las canciones más tristes que jamás he escuchado...
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