La barca está a punto de zozobrar. Parece que la mar se encabrita. Las olas azuzan y el viento me golpea el costado. Pongo rumbo al suroeste, buscando un refugio en el que calmar mis heridas. Dejo atrás al pasado, más pequeño que entonces. A lo lejos quedan los delfines bailando. Esquivo las jaulas de lubinas olvidadas tras la crisis del 2007. Ahí están rotas y llenas de herrumbre. Avanzo, queda poco para llegar a puerto. Un golpe de mar me hace dudar y el corazón se me acelera en el pecho. La salitre se me enreda en la piel. Temo que la tempestad me agüe la calma. El motor renquea, pero tengo fe de llegar a tierra firme más pronto que tarde. Antes que anochezca. Comienzo a ver las primeras luces. Y ahí estás tú, brillando. Me esperas con los brazos abiertos y me derrumbo entre ellos. Ando por la arena aún caliente de la playa. Por fin he llegado a puerto. A la calidez de tus palabras. Al presente, lejos de la tristeza de la nada. Me sé más fuerte, seguro. Respiro fuerte y firme. La ya vida está aquí.
Pdt. 'Puerto presente' de Macaco.
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