Todos la veían bailar bajo unas luces mortecinas. Danzaba al compás, loca por el foxtrot. Así se pasaba las noches sin pensar ni guardar un segundo de silencio en aquel decadente local que abría de miércoles a domingos a partir de las cinco de la tarde. Todos la miraban, pero ninguno la invitaba a bailar porque sabían que la respuesta sería una inmensa carcajada. Sus risas impedían que nadie se le acercase; sabía porque a veces se lo confesaba entre murmullos que tarde o temprano moriría y lo haría sin haber sido amada...
Pdt. Este lunes, 'Dama, dama' de Cecilia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario