Iban
por los caminos del oeste sin prisa y sin rumbo obligatorio, cambiando la ruta
de acuerdo al capricho de un instante, al signo premonitorio de una bandada de
pájaros, a la tentación de un nombre desconocido. Los Reeves interrumpían su
errático peregrinaje donde los sorprendiera el cansancio o encontraran a
alguien dispuesto a comprar su intangible mercadería. Vendían esperanza.
El plan infinito, Isabel Allende.
2 comentarios:
compro, compro !!
Eso siempre está bien... ;)
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