sábado, 6 de julio de 2013
El mal tiempo
Fernando tenía 19
años y había vivido demasiado. A los dieciséis se había de ido de casa para
recoger fresas en el norte de Francia, pero aquella idea no había salido del
todo bien. Terminó en un bred and breakfast de Londres. Allí aguantó un tiempo
razonable, pero sabía que en esos tiempos sólo sobrevivía. Todo el día
trabajando por una miseria, una triste miseria a miles kilómetros del sol. Todo
debía haber sido diferente, un poco mejor. Estaba cansado, aturdido por el mal
tiempo que no terminaba desaparecer. Ahora tocaba volver a decidir. No sabía
muy bien qué hacer, qué querer. Se conformaba con poco, quizá un poco de sol y
algo de dinero en el bolsillo. Un tiempo nuevo. Pero esas cosas se ganaban y no
estaba seguro de qué había hecho mal para que su camino se torciera. Tal vez no
había hecho nada, sólo huir hacia adelante. Había encontrado a mucha gente así,
que al menor inconveniente atajaba por el centro y echaba a correr. Sin mirar
atrás, dejándolo todo sin resolver. Pero él era diferente...
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2 comentarios:
Las diferencias hacen edificios de las calles. Muy lindo post
Tienes razón, afortunadamente hay diferencias entre unos y otros... Un abrazo polaroids
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