Antipática, regordeta y un poco fea
A Úrsula le gustaba que la llamaran Ursu, decía que
era más atemporal, más etéreo. Le gustaba bromear con las singularidades de los
demás y es que no lo podía evitar. Se partía de risa escuchando a un tartamudo trabarse
o viendo caminar de esa forma tan característica y divertida a una enana. No lo
hacía de mal rollo, pero, eso sí, jamás permitía la más mínima referencia a su ligero
sobrepeso. Era una gran profesional que no entendía cómo los jefes confiaban en
según quien. Así nos va, dejaba sepulcral en el aire… Se pasaba el día
quejándose, era de esas, y también de las que juzga. Decían de ella quienes la
conocían bien que tenía la lengua tan larga como la copa de su sujetador, que
era inmensa. Ursu lo había pasado mal con los hombres, no la entendían. Ella quería
cabalgar y que no la cabalgasen, de dominar se trataba y pocos había dispuestos
a subirse en aquella yegua indómita. Tampoco es que fuera especialmente guapa,
todo hay que decirlo. Era difícil no pillarla con aquel gesto de asco permanente,
como si fuera una de esas grandes estrellas del rock, pero sin serlo. Vamos,
que era una antipática, regordeta y un poco fea. Lo tenía todo, aunque la
primera impresión que daba era totalmente diferente, la de una mujer guay. Pero
ese espejismo duraba al menos unos cuatro días, ya luego le salía el mal
carácter, su verdadero yo. ¡Ay, Ursu, Ursu, Úrsula… de mi vida y mi corazón!
Pd. Vaya entrada más complicada para comenzar el verano. Menos mal que la enmendamos algo con la foto y sobretodo con la canción. ¡Feliz verano a tod@s!
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