Todos de fiesta. Tras la cena en familia, hay quienes
todavía buscan aire fresco. Quieren solo su minuto de gloria, uno en el que ser
ellos mismos, sin que nadie les diga que tienen que comer más sopa o que el
cordero está buenísimo y que debería probar. Después del exceso, siempre llega
la calma de la calle, de la fiesta de la soledad. Y es que en navidad, nada
cambia, las calles siguen estando frías…
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