Precipicio al mar, de David Otero
martes, 2 de junio de 2020
Nos han robado el destino
Nunca sabremos todo lo que nos ha robado la pandemia. Nunca
lo sabremos. Jamás. Ese tiempo que no viviremos, esas risas que ya no
disfrutaremos. Esa vida que se nos ha escapado. Quizá lo peor sea que nos ha
regalado a manos llenas miedo. Eso sí que lo ha hecho, ha sido terriblemente
generosa en oprimirnos el corazón. Mirando desde el balcón como nada sucede,
como está todo detenido. Incapaces de vivir. Nos han robado el destino. Ese donde
íbamos a ser felices, en el que todo se enderezaba. Sí, nos lo ha quitado la
maldita pandemia, la alarma constante, todo lo invisible. Solo nos queda una
opresión en el pecho, esa incapacidad de respirar con normalidad y la idea
constante de que nos podemos esfumar en un segundo. Todo puede terminar
rompiéndonos en mil pedazos. Eso es lo único que tenemos ahora, la constatación
de que todo puede empeorar porque, al final, lo nuestro es eso, sufrir. Y hay
segundos en los que nos rebelamos, que queremos volver a lo de antes, como si
eso fuera posible, y esa imprudencia nos costará demasiado cara; no tendremos
nada para abonar nuestra deuda, que será definitiva…
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