La ausencia de referentes es un mal del que aún no se conoce todo su alcance. Todo fue así: sin modelos aceptables o aceptados a los que seguir, de los que aprender a ser. Los que había eran malos, eran pecado, eran lo peor. Y allí estaba ella, Juan Luis, con dos niños, mujer y travestida encima del escenario siendo La Lupe. En el Camilo León. Era una de las actuaciones estelares de la gala de elección de la reina del carnaval. Aquella imitación en la que poco a poco se iba desvistiendo, dando paso a lo que había debajo de su piel. La gente aplaudía y yo descubrí aquella maravillosa letra. De aquello no se habló más, era una más de sus excentricidades porque él cumplía a raja tabla todos los cánones del maricón, maricón en silencio porque todos lo sabían, pero nadie lo decía en voz alta. Era peluquero, amanerado, diseñador de reinas de carnaval… Incluso, su esposa, madre de sus dos críos, parecía un macho. Todo un caos para mentes débiles. Era ese el referente más visible, los otros eran niños amanerados que no hacían gimnasia, gorditos y que se dedicaban a hablar con las chicas en los recreos. Todos se burlaban de ellos. Y nada en la televisión, ni en los libros. No había referentes, no podías ser porque lo que eras no existía.
Pdt. ‘Puro teatro’ es una canción que popularizó Lupe Victoria Yolí Raymond, La
Lupe, en 1969.
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