Soy el que huye. El que no pudo vivir donde le tocó.
Aunque todo lo suyo estuviera allí, no pudo. Le gustaría ser el que lucha, el
que se queda, el que, cual leona, muerde defendiendo lo que quiere: Morir o
matar. Valiente. Ahora soy el que ya no está, el que se ha perdido. Y el que confía
en que todo pase, pero eso no es suficiente porque de a poco se está disipando.
Se desdibuja cada vez que anochece, cada minuto que pasa es un poco más difícil
hallarlo. Solo, un rinoceronte que ronca. Cuando le gritaban no decía nada,
seguía andando. Cuando le insultaban, también. Cuando se reían. Golpes del
alma, que son los que más duelen porque nunca sanan. Y no tiene a quién pasarle
la factura. Dejaron de hacerlo cuando lograron que dejara de salir. Lo veía
todo desde un ventanuco mientras las heridas se le ensanchaban, se me
ensanchaban. Las conversaciones con los que se le quedaron ahora se le achican.
Le gustaría que no. Busca, rebusca, pero no hay nada común, nada de lo que
hablar. Y la amargura no se me quita. Los valientes se quedaron, yo estoy
muerto.
Mío, de Paulina Rubio.
Pd. Una propuesta: Los fuertes (2019), una película de Omar Zúñiga con Santiago González y Antonio Altamirano.