Amanecí pronto, como a las siete, pero me resistí a encender la radio y comenzar a escuchar las noticias. Hoy no. Después el despertador sonó a las ocho. A partir de ahí, ya no hubo tiempo para pensar, aunque hice eso que había ideado durante la noche. Borrar su número de la agenda de mi teléfono móvil. Su nombre ya no está. Y me duele.
No desayuné, no tenía hambre. Bueno, comí una simple galleta, de esas “mcvities”, y encendí el ordenador. Después, claro, de poner Los40 y escuchar “Nada que perder” de Conchita –con la de canciones que hay, tuvieron que pinchar esa que me duele tanto cada vez que la oigo-.
Vi mi correo, los periódicos y salí disparado hacia Presidencia. Ese bunker que a alguien que conozco no trae buenos recuerdos. Llegué, hice lo que fui a hacer y me dirigí a un centro comercial. Nada me gustaba y compré lo primero que encontré. Lo de tener que hacer regalos por compromiso es una lata.
Después regresé a casa. En el camino había comprado agua y pan. Regresé al ordenador y allí me quedé. Más tarde comí un poco de arroz y me fui al Parlamento. Allí un Sol me dijo que hoy estaba muy guapo y le respondí que estaba bien que alguien se diese cuenta porque no estoy acostumbrado a que me lo digan. A veces parece que soy invisible.
Los diputados se adelantaron media hora con lo que no me enteré del principio. Una llamada me puso de mala leche, pero se me pasó rápido. Todo acabó pronto. Al final, me quedé un rato. Tuve que hablar con Domingo Berriel. Cuando me di cuenta tenía la grabadora apagada. ¡Soy un desastre! Es la segunda vez que me pasa con él.
A partir de ahí poco más. Trabajo y más trabajo. A las nueve y diez cerré el chiringuito por hoy. El día concluyó con una canción triste, igual que comenzó. Espero que te guste.
No desayuné, no tenía hambre. Bueno, comí una simple galleta, de esas “mcvities”, y encendí el ordenador. Después, claro, de poner Los40 y escuchar “Nada que perder” de Conchita –con la de canciones que hay, tuvieron que pinchar esa que me duele tanto cada vez que la oigo-.
Vi mi correo, los periódicos y salí disparado hacia Presidencia. Ese bunker que a alguien que conozco no trae buenos recuerdos. Llegué, hice lo que fui a hacer y me dirigí a un centro comercial. Nada me gustaba y compré lo primero que encontré. Lo de tener que hacer regalos por compromiso es una lata.
Después regresé a casa. En el camino había comprado agua y pan. Regresé al ordenador y allí me quedé. Más tarde comí un poco de arroz y me fui al Parlamento. Allí un Sol me dijo que hoy estaba muy guapo y le respondí que estaba bien que alguien se diese cuenta porque no estoy acostumbrado a que me lo digan. A veces parece que soy invisible.
Los diputados se adelantaron media hora con lo que no me enteré del principio. Una llamada me puso de mala leche, pero se me pasó rápido. Todo acabó pronto. Al final, me quedé un rato. Tuve que hablar con Domingo Berriel. Cuando me di cuenta tenía la grabadora apagada. ¡Soy un desastre! Es la segunda vez que me pasa con él.
A partir de ahí poco más. Trabajo y más trabajo. A las nueve y diez cerré el chiringuito por hoy. El día concluyó con una canción triste, igual que comenzó. Espero que te guste.
_
Pdt. Ya sé que la canción es triste, pero es que hoy no ha sido un día alegre. La pena ha estado rondándome, y eso que intento alejarla.
Pdt2. Todo apunta a que llegaré tarde a la cena de mañana jueves, pero llegaré. Tengo ganas de verlos a todos.
2 comentarios:
¿qué los diputados se adelantaron media hora? desde luego que canarias es diferente, jajaja... una nota anecdótica, muy curiosa, debe ser la primera vez. Saludotes desde la fría laguna
Exactamente fue que, a pesar de lo que había dicho el presi -el sempiterno Castro- unos días antes, que hablarían del Estatuto -prioridad número uno para aquellos que viven en zonas como Añaza, San Pío o La CuestaTaco- a partir de las 4.30, ayer decidieron sobre la marcha empezar media horita antes para acabar pronto e irse de fiesta... Y, claro, no me enteré a tiempo jejeje
Un saludo desde la hoy mojada Santa Cruz.
Publicar un comentario