El niño se asomó al balcón con los ojos llenos de magia, expectantes. Hoy sería el día, se dijo y comenzó a trepar por la barandilla para atisbar aquello que su estatura no le permitía mirar. Vio las nubes, la luna menguante y los coches sin sirena. Un hombre vendía cupones en la esquina y dos señoras buscaban desesperadas una cafetería donde tomarse un cortado en aquel barrio destartalado de la parte alta de la ciudad… Estuvo un buen rato hasta que las farolas comenzaron a encenderse y las manos se le enrojecieron de estar encaramado tanto tiempo en aquel cubículo estrecho. Cuando sus fuerzas flaquearon volvió al suelo, derrotado. Intentó mirar entre los barrotes del balcón, pero la panorámica se había reducido en exceso. Tocó retirada y de pronto un sonido le devolvió a la calle, allí estaban, como caídas del cielo. Los ojos se le salían de las órbitas, la sonrisa le invadió la cara y los cachetes se le sonrojaron una vez más. Eran ellas, sí, las buenas noticias, y habían llegado para quedarse.
4 comentarios:
hola ando expandiéndome en el mundo blogero...no soy nuevo pero hace mucho que no salia de mis blogs que comúnmente visitaba por casualidad me tope con el tuyo y me agrado saludos
Muy interesante tu blog, enhorabuena.
Si te interesa la Historia y la Arqueología te invito a visitar Antrophistoria en bloggler y en facebook. Un saludo!!
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Me ha gustado muchísimo! Per me gustaría saber las buenas noticias, que eran, o quién!
Muchas gracias Lex por tus palabras y por expandirte. Espero que pases mucho rato por aquí. También gracias a ti Antrophistoria, le daré al me gusta en 'Face'. Anna seguro que si miras a tu alrededor encuentras un montón de buenas noticias, sólo hay que buscarlas... Un abrazo para ti...
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