Y de
repente el silencio lo cubrió todo. No se dio cuenta, quizá había sido por
sorpresa, de un día para otro o no... Lo cierto es que ahora sólo había
ausencias y silencio, por todas partes. Inundándolo todo y sin dejar un
resquicio al bullicio, los consejos y la buena compañía. No había nada. Ni siquiera
su maldito teléfono sonaba. Para mitigar la ausencia de ruido ponía la radio,
abría las ventanas para que entrasen los sonidos de la calle y tiraba de la
cadena cada dos horas. Pero sabía que aunque se maquillase con colores exóticos
el silencio estaba allí y que se había quedado solo.
5 comentarios:
Como dijo el señor Mario Benedetti: "Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio". Es hermoso el silencio pero, supongo que, en la medida justa. Besotes
Eso, eso en su medida justa y casi nunca cubriéndolo todo... jejeje Espero que estés muy bien. Un abrazo, Martina
Eso, eso en su medida justa y casi nunca cubriéndolo todo... jejeje Espero que estés muy bien. Un abrazo, Martina
Pues yo agradezco mucho el silencio. Como ahora mientras te escribo. Besos y que pronto empieces a oir ruido.
www.sobrevolandoloscuarenta.blogspot.com
A mí también me gusta el silencio mientras escribo... Muchas gracias Lola por pasearte por aquí. Un abrazo
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