Un
extraño lunes de abril recibió un paquete. Poco después de despertar, Lulú oyó
el timbre y al abrir la puerta allí estaba una pequeña cajita decorada con
imágenes de Venecia. Extrañada ante el obsequio miró hacia ambos lados y no vio
ni oyó nada. ¿Quién la habría dejado? Unos segundos después cerró y se dispuso
a abrir el pequeño paquete. Le costó un poco, pero lo hizo. No se rendía fácilmente.
Mientras no atinaba con los dedos se oía una canción en la tele de Sarita Montiel.
Maniquí... Coincidiendo con las nueve de la mañana la cajita cedió y Lulú se
encontró con una pequeña misiva: No te rindas; y supo que aquello venía de muy
lejos, de un viejo amor. Se le aguaron los ojos. Tantos días después aún no
podía evitarlo. Respiró hondo y la colocó en su tocador, presidiendo su
habitación. Ahora a Lulú sólo le tocaba seguir luchando por conseguir sus
sueños.
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