Necesitaba crear algo bello, destacar sobre el resto aunque sólo fuese
un instante. Lo necesitaba como el agua de los ríos exige llegar antes o
después al mar o como las golondrinas
huyen siempre del viento que amenaza desde este. Todos necesitan que les
quieran y él no iba a ser menos. Desde que recordaba siempre había vivido con
aquella desazón en el corazón. Cuando alguien reía quería ser él quien hubiese
provocado la maldita sonrisa o cuando el precio del pan se desplomaba requería
una voz amiga que le dijese que todo se debía a su buen y exquisito quehacer. Por
eso ahora necesitaba crear algo bello, para poder continuar con su lucha contra
sí mismo. Debía ganar la siguiente batalla. Era el centro del mundo, lo sabía. No
había nada más allá. Todos necesitamos un poco de amor, por eso muchos le
disculpaban sus ataques de locura, sus excentricidades y sobre todo aquellos
devastadores llantos de medianoche. Él quería que le quisiesen y no sabía cómo
hacer para conseguirlo. Competía irremediablemente. Le bastaba con una mano
sobre el hombro o una mirada cómplice. La de veces que se había alimentado de
un mísero guiño y es que no se consuela es porque no quiere, pensaba en
aquellas madrugadas en que le costaba conciliar el sueño. Después al amanecer,
todo era diferente: como si lo pasado no hubiera existido; necesitaba más,
comenzar cada día de cero. Y ese esfuerzo descomunal y diario, aunque inquieto le
permitía seguir vivo.
miércoles, 30 de abril de 2014
sábado, 26 de abril de 2014
Desde la resignación
Evitó por todos los medios encontrarse en aquella habitación solo,
inmensamente solo, pero su empeño cayó en saco roto. Allí estaba, estirado en
aquel sofá un poco estúpido y sin ideas que no le dejaba escapar a mundos
diferentes. Soñó desde la resignación con una playa desierta, donde las olas en
lugar de romper acariciaban la arena. Vivió unos segundos entre cantos de
sirena y al contar tres despertó. Volvió de sopetón al sofá destartalado y a
llorar. Volvía a la soledad y en ese duro regreso supo que todo se había
acabado y en ese todo irremediablemente estaba él mismo. Y ya sin fuerzas, sólo
supo permanecer en aquel lugar.
sábado, 19 de abril de 2014
Comunicado: 7 años de Azul Tokio
Este sábado de
abril Azul Tokio celebra su séptimo aniversario. Muchas cosas se han sucedido
en este tiempo desde aquel primer 19 de abril. Parece que fue ayer, pero han
pasado los días y aunque no siempre ha sido un tránsito sencillo aquí continuamos: juntando
palabras, dándoles la vuelta y sobre todo queriéndolas, mimándolas. Gracias a
todos por acompañarnos.
lunes, 14 de abril de 2014
De un momento a otro
¿Quién eres? A veces en mitad de la noche me despierto con esa duda. Hecho
la vista atrás y me pregunto si todo aquello, lo vivido, fue una mentira
inventada por mis malditas ganas de que me quisieras o si por el contrario
existió. ¿Me imaginé tus caricias, tus miradas, tu manera de ver el mundo?
Quizá sea porque el frior de mis sábanas me aturde demasiado. Hay días en que
no puedo resistirlo y siento en mi piel que me vuelves a querer, que no te has
ido y que aparecerás de un momento a otro para decirme que la jornada ha sido
complicada pero que ahora estará todo bien, porque estás a mi lado. Pero al
abrir los ojos todo se desvanece, igual que el humo, y ya no me quedan fuerzas
para seguir anhelándote, amándote en silencio. Vuelve, por favor, vuelve junto
a mí...
miércoles, 9 de abril de 2014
Sin palabras
Esta mañana al despertar supe que me había quedado sin palabras... y ahora no sé muy bien qué hacer.
jueves, 3 de abril de 2014
Sin piedad
A veces toca mentir, o que te mientan. Unas veces estás arriba, en lo
más alto, y caes de bruces ante una realidad que te disgusta sobremanera. Otras,
simplemente eres tú quien deja caer a los demás sin piedad y una vez que el
vaso se rompe contra el suelo, ya no hay forma de remendarlo. Al final llega el
instante en que ya no sabes discernir entre lo cierto y los infundios
(malditos), que no sabes qué diablos creer porque estás agotado de tanto andar
dando círculos que no llevan a ninguna parte. Y mientes y te mienten, y la
noria nunca deja de dar vueltas y todo se va apagando poco a poco... A veces te
apetecería bajar, descansar un rato, pero sigues ahí: escuchando cosas que no
son ciertas y -en ocasiones- también pones tu propio grano de arena creyendo que
callando o vistiendo las palabras con adornos rimbombantes van a ser menos
dolorosas. Pero no puedes evitarlo, porque al fin y al cabo también te toca
mentir.
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