El abismo está ahí, tras
esa puerta verde que nunca se abre. Lejos quedan los sueños con olas y
delfines. ¿Adónde habrán ido? Solo queda el silencio. Todos se han ido, los
marineros los primeros. No hay a quién preguntarle cuánto cuesta una barra de
pan, tampoco las amapolas amarillas que circundan la ciudad. Los árboles sin
hojas también están tristes, debe ser cosa de la maldita primavera. Aunque con
sol todo parece distinto, si persistes te das cuenta de que ya no quedan días
alegres y que el juego está a punto de terminar.
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