Quizá ésta sea la
entrada más difícil de cuántas haya escrito hasta ahora en este intrincado
rincón del ciberespacio. Éste es el final y como no podía ser de otra forma,
igual que lo fue el principio, es azul. Es azul tokio, esa extraña tonalidad que
sólo puedes descubrir cuando miras al cielo y hace sol, pero estás triste. Mucho
y también alegre. Las dos cosas al mismo tiempo.
Ocho años después, muchas cosas
han cambiado. Los 19 de abril ya no serán iguales. Este día comencé y este día
he querido descansar. No me olvido de quienes me han acompañado hasta aquí: sus
palabras, sus gestos, sus músicas y también sus silencios han sido
indispensables. Las primeras estrofas llegaron pronto: Te busqué bajo las
piedras y no te encontré. En la mañana fría y en la noche te busqué. Hasta
enloquecer. Pero tú llegaste a mi vida como una luz. Sanando las heridas de mi
corazón. Haciéndome sentir vivo otra vez (Juanes y Nelly Furtado). Vuestro aliento
siempre me ha dado vida, imprescindible para continuar.
No ha pasado nada
especial para tomar esta decisión y, tal vez, esa sea la principal razón para
dar este paso. Cierro la puerta, pero dejo la llave puesta. Sin alharacas. Así es
este final, que tal vez no sea definitivo. ¡Quién sabe! Sé que no es la mejor
manera de entornar la puerta, pero lo único cierto que sí sé es que mañana
será lunes.
De verdad, gracias a todos.
Pdt. Ojalá nuestro reencuentro sea igual de bonito.
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