Y
ahí estabas tú, una vez más, de cancaneo. El mundo giraba a tu alrededor. Todo era
posible y en esa tarea te afanabas como si no hubiera un mañana. Risas,
caricias y humo de tabaco. El tiempo pasa y ahí vamos, lejos, distantes. Cada uno
tomó un sendero diferente, pero a veces te observo. Me tocó ser el que pierde
con el paso de los días...
La madre de Fabián, de Javier Álvarez.
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