Las
olas rompen contra las rocas, hablan de mar de fondo. Mientras unos viven a
mesa puesta, otros lo hacen golpeados constantemente por el oleaje del
inclemente invierno. Ya no quedan palabras bonitas, solo el rugido del mar
dándose de bruces contra la realidad; nunca a favor, siempre en contra. La maresía
asciende sin contemplaciones devorándolo todo. Atrás deja su inconfundible olor.
Para unos el mar es paz, para otros desasosiego porque nunca llueve a gusto de
todos. Las olas rompen con furia a este lado del Atlántico, que debe ser el
malo. Solo así se entiende que mientras todo está revuelto, su runrún sea lo
único que a estas alturas me tranquiliza.
Couting, de Autre ne veut.
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