Nunca dejó
de sorprenderse por los desleales. Debía ser él el equivocado, pero ante cada
deslealtad se extrañaba. No terminaba de entender aquel actuar torticero e
infame. Intentaba no medirles con su vara de medir, pero era un mundo
inexplorado para él. Y así vivía: queriendo a quien ya no lo hacía o apreciando
a aquellos que le respondían con silencio. La vida era así y cada uno tiene un
fuero diferente. Mientras para unos la lealtad es cosa del tiempo, para otros
era de eternidades y su lealtad se mantenía pese a los golpes...
Foundations, de Kate Nash.
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