Lo peor
de hacer planes es que nunca caes en la cuenta de que pueden venirse abajo. Uno
sueña y sueña, teje una maravillosa red de futuribles y luego viene la realidad
y desbarata algunos sin piedad, a veces los mejores. Y cuando construyes
castillos en el aire lo importante es cómo afrontas su caída porque lo bueno
siempre es fácil; lo verdaderamente complicado es seguir respirando al segundo
después de que todo se destruye. Es en ese instante, en el que todo se detiene,
en el que debes ser fuerte y resistir. Ser algo así como ese junco que se dobla
pero luego sigue en pie. Y vaya que no es sencillo, requiere un esfuerzo casi
sobrenatural porque te quedas sin aire, todo se nubla y en la oscuridad no se
puede vivir. Solo nos queda aferrarnos a la idea de que todo pasará, que algún
día los planes se nos harán verdad…
Walk on water, de Thirty seconds to Mars.
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