La verdad
cuando no nos gusta, es igual de verdad que cuando sí. Lo que pasa es que a
veces preferimos cerrar los ojos y no escuchar nada. Nos quitamos las gafas y
regalamos esparadrapo. Es mejor así, ojos que no ven, corazón que no siente. Y
en esa inopia respiramos tranquilos. Inocentes de cuánto ocurra…
1, 2, 3, de Sofía Reyes
Pd. Los silencios esclarecedores lo revuelven todo...
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