Corren los peores días de la crisis. Contamos desempleados a puñados. Cada día que pasan, más. Las constructoras del sur quiebran y cientos de migrantes huyen con el dinero de los créditos que las sucursales de los bancos les habían regalado. Los políticos piden para los suyos y gritamos para que las tijeras no se nos lleven también a nosotros. El presidente me ha mandatado y quito los comedores, los colegios no son hoteles. Que coman en sus casas, si pueden. Dejamos de creer en las mentiras que nos habían contado. La generación mejor preparada de la historia se moría de hambre, de ese hambre que te va carcomiendo y lo primero que se lleva son las ilusiones. Nos dejan de pagar los cinco euros de la comida. Nos revolvemos, pero poco. Seguimos trabajando de sol a sol. Los viernes nos da por comer kebab, una tradición como cualquier otra. La echo de menos. Terminamos yéndonos de aquella oficina. Necesitábamos paz. Y, valientes, decidimos saltar al vacío en lo peor de la peor crisis económica y social de este país. Los desahuciados, los pensionistas, los mileuristas, todos comenzaron a tomar las calles. Los de la cola de la cola. La niña del PP dijo que le parecía bien que tomaran las plazas, creía que la cosa no iba con ella. Pero sí que iba, iba con todos. También conmigo. Me miraban con rabia, con esos ojos llenos de ira mientras maltrataban sus calderos. La revolución no será si no es mariquita. Bocanadas de aire fresco a los discursos. El 15M nos resucitó, como si hubiéramos estado vegetando durante décadas. Nos revivió llenándonos de adrenalina los discursos. Asamblearias. Y tan pronto como vino se nos fue. Los arrases nos volvieron a pasar por encima, nos volvieron a tirar por tierra, nos destruyeron la esperanza. Algunas piezas del puzle se movieron, pero poca diferencia hubo. Los últimos de abajo levantaron un poco la cabeza, lo justo para no dejar de ser pobres, pero sí para poder sobrevivir. ¿Dónde se nos fue la dignidad? Las clases medias se volatilizaron y unos pocos, muy pocos, se subieron al famoso ascensor social. Los ricos más ricos y el resto más pobre. Y un día dejamos de salir a la calle para protestar. Tiramos las cacerolas a la basura. Creímos inocentes que ya no volveríamos a pasar otra vez por todo aquello…
Pd. Compuesta por Eva y Juan en 2005,
Revolución de Amaral se publicó por primera vez en el disco Pájaros en la cabeza (EMI
Music). Fue uno de los grandes éxitos del grupo, que por este disco se hizo con un premio Ondas.
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