En un segundo todo puede cambiar. Estás seguro de algo y al instante cambias de idea. Lo bueno ya no lo es. Ni lo malo, tampoco. Sonríes y bailas rodeado de gente y en un segundo todo eso desaparece porque te topas con unos ojos tristes. Que te miran como quien contempla a un moribundo. Luchas contra esa sensación, pero te das por vencido. Tu respiración cansina a punto de expirar. A partir de ese momento ya nada es lo que parece. Tus manos empalidecen y comienzan a temblar. Se aferran a un vaso para que no se note su debilidad. Respiras atropelladamente y te sientes flaquear. Nada de lo anterior te vale, por muy injusto que sea eso. Sólo unos ojos espichados en tu alma. Para evadirte te viene a la mente uno de los pocos lugares donde encuentras paz. Junto al mar, al sol y a las rocas. Donde las olas se rompen lejos del miedo a lo que está por venir. Ese sitio se impone despacio, aunque ahora esté demasiado lejos.
para eso los cristianos es mi sitio favorito... el sol siempre aparece... todo es distinto allí. está sólo a una hora y parece otro planeta. me encanta. un abrazo
4 comentarios:
¡Qué pena tanta lejanía y tanta disidencia!
... A veces para poder regresar, primero hay que alejarse.
cómo se hace necesario el sol en estos días; lo he buscado incansablemente, mi piel me lo pide, también mi mente... pero se resiste a aparecer!
para eso los cristianos es mi sitio favorito... el sol siempre aparece... todo es distinto allí. está sólo a una hora y parece otro planeta. me encanta. un abrazo
Publicar un comentario