En el viejo transistor suena a las nueve de la noche esa de Lola Flores. Sí, esa que dice algo así como ‘ay pena, penita, pena; pena, pena de mi corazón…’ Me pongo a tararearla como un tonto y no sé por qué me vienen a la cabeza deseos y preguntas. Después me doy a la fuga mirando por la ventana. A veces lo hago, ya no puedo evitarlo. Se oyen voces. Los dominicanos que viven a mi vera no saben comunicarse de otro modo que no sea a través de aspavientos. Y entre tanta marea no sé pá dónde nadar. Miro mi teléfono y sé que ahora le ha dado por no sonar. Tecleo, pero nada. Sigue muerto y se niega a resucitar. Temo la diáspora de este marzo, que está siendo más complicada de sobrellevar de lo que esperaba. Regreso a la Faraona cuando susurra eso de ‘es un potro desvocao que no sabe a dónde va…’ Y ya no sé dónde queda Cardif, ni Münich. Tampoco Madrid, y Rabat está lejos. Y me sé un desierto de arena. Extenso y sin bata de cola. Ni siquiera una de esperar. Yermo, y lloro pensando en que siga así para siempre. Después se oyen aplausos y llega la publicidad. La canción se acaba y no tengo botón para volverla a poner. Toco todo cuanto puedo, pero nada. No la repiten y me quejo. Me desespero. Pataleo. Pero no sirve de nada, ya no. Y entre lágrimas susurro hasta el final: ‘Ay pena, penita, pena; pena, pena de mi corazón…’
http://www.youtube.com/watch?v=DfeH61h0s_c
Pdt. Llega Malú y su versión del 'Pena, penita, pena'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario