viernes, 23 de julio de 2010

Café La Habana

Las gotas de lluvia se quedan clavadas en la punta de mi nariz. Ando rápido, intentando cobijarme debajo de los escasos balcones que me tropiezo a mi paso. La niebla no se va. En las esquinas el viento polar me hiela la sangre, pero sigo caminando a toda prisa. En un suspiro llego a la esquina de mi calle, pero la tormenta aprieta. Mis botas nadan entre los charcos y el agua se me ha subido poco a poco trepando por los pantalones y me congela las rodillas. Empapado hasta las trancas me lanzo sobre mis llaves escondidas en uno de los bolsillos de mi chaqueta. Por fin llego a mi refugio. Me escurro y me caliento un poco de leche. Miro triste las botellas de agua vacías apiladas tras la cortina. No puedo abrir las ventanas y sólo me queda esconderme debajo de las mantas. Inmensamente solo... Huyo encendiendo mi pequeña tele en blanco y negro. No se ve muy bien, pero se oye. Me transporta a La Habana. A una cafetería donde siempre sopla el viento, pero sirven café caliente. Las sillas son de madera y a veces el camarero nos invita a un vino con sabor a cerezas, que no me gusta pero bebo sin decir nada. Hablo de mis miedos, de mis anhelos, de las galletas de chocolate y sobre todo escucho las cosas que pasan en la vida. Añoro aquella época en las que siempre iba montado en un coche rojo y creía que la vida no podía ser mejor.

http://www.youtube.com/watch?v=o3F48HhgzWs

Pdt. Recuerdo a Guaraná y su versión del 'Échame a mí la culpa'...

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