Dicen que ella sólo toca el piano. Lo hace día y noche. Nadie sabe muy bien por qué. Desde que recuerdo, de su habitación no sale otro sonido. Casi siempre triste, igual que los melocotones en diciembre o las televisiones rotas. Una música melancólica que se repite una y otra vez, pero que siempre parece distinta. Y es que los dolores nunca son iguales...
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