Intuyo que has perdido el vuelo de las seis. Ahora tocará esperar al de las ocho. O quizá te vaya mejor el de mañana a la una. Y mientras llegas me entretengo cuidando el jardín, limpiándolo de malas hierbas. Me acompaña una copita de anís y alguna que otra certeza: el cariño no se gasta. Todo ahora da vueltas y parece que al ventestate mi amor crece mejor. Con los colores pinto un mural, lleno de flores. Los segundos pasan, siempre distintos, diferentes. La puerta de llegadas se queda vacía definitivamente. La cinta de las maletas también. En unos minutos apagarán las luces, pero mañana será otro día…
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