Anduvo un trecho. En algún punto del camino dejó de escuchar el ruido
de la vida. Silencio. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que desconocía por
completo aquel paraje, aunque hubiese estado mil veces. Respiró hondo para
retener el olor de las frambuesas plantadas a los márgenes del sendero. Saciado
volvió a la carga, a intentar desentrañar la razón por la que sin darse cuenta
había llegado a aquel singular lugar. Recordó lo hecho y pensó sin mucha
convicción en que tal vez las mareas caprichosas no son inevitables sino que se
mueven al dictado de la luna. Desechó la idea. ¿Quién sabe? No halló nada para
comer a pesar del rugido de sus maltrechas tripas. Debía tomar alguna decisión
y se abandonó a las hormigas que le subían por los calcetines. Entre la maleza
atisbó después una pequeña mariposa violeta y por fin supo que había valido la
pena sentir todo aquello…
4 comentarios:
Mi querido amigo Ce!!! Siempre paso a leerte, pues como sabrás, me encanta cómo escribís, pero no siempre ando con el tiempo para dejarte unas palabras...Espero que sigas muy bien!!!!
Besotessss
Precioso, me ha encantado. Un beso
Mayte
Jo, Martina... yo también ando sin mucho tiempo para nada... pero me alegra sobremanera que siempre te pases por aquí. Eres un sol. Muchas gracias Mayte por tus palabras. Un abrazo a las dos.
Escribes hermoso!! te invito a pasar a mi blog y que me dejes tu opinión gracias!
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