En
la televisión ponían un programa en el que la gente discutía. No se sabía bien
de lo que hablaban, pero se insultaban. En el intermedio unos agentes de
seguridad intentaban azuzar a los participantes para que la siguiente parte de
la emisión fuese cuanto menos igual de intensa. Shooting cambiaba de canal,
pero siempre volvía, le entretenían ese tipo de cosas. Se acordaba de tiempos
pasados, de lo vivido, y temía que algunas cosas regresasen. Había vaciado la
nevera de cervezas y el minibar de ron. Había habido un momento en su vida –que
no lograba recordar- en el que dejó de ser lo que quería para convertirse en
otra cosa y ahora le tocaba decidir si quería seguir o intentar regresar. No soportaba
lo que le decía el espejo, le dolía, y quizá por esta razón se había inventado
un personaje, uno alegre. Cada vez que conocía a alguien le llenaba de teorías
idílicas, le relataba sus principios y confesaba cómo era, pero sus palabras no
siempre correspondían con la verdad, con la suya, más bien, nunca. Shooting se describía
como un tipo tradicional, correcto, amante de la buena mesa y de la lealtad. Y no
es que no fuese así, pero es que ocultaba sus pequeñas debilidades, aquellas
que le hacían separarse de lo deseado. Vivir en esta perpetua contradicción le
llevaba a enfadarse consigo mismo, con los demás y también a desear olvidar y
para olvidar no hay mejor camino que el alcohol. Y ahora estaba delante del
televisor y seguía sin aceptarse…
'Lucky star', de Madonna
Pdt. En la vida las cosas bonitas hay que vivirlas dos veces.
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