Y al final apareció
Jimmy en aquel bar de mala muerte buscando guerra. Hacía tiempo que no le daba
aire y quizá por eso tenía ganas de bailar con la más fea. Se arrimó a la barra
y comenzó a beber copas de cava. Una tras otra y sin parar. Y cuando parecía un
perro, arrinconado y sin escapatoria, ella lo rescató con sus ojos de gata
desde el otro lado de la barra. La invitó a una copa y se arrimó a ella para
que le diera su aliento, el justo para sobrevivir. No sabía quién era, pero tampoco
le importaba. Tampoco le
molestó que se quedase con su cartera y con su
dignidad. Bastante tenía Jimmy con llevar a cuestas sus mal de amores, que no
le dejaba vivir en paz. A las cuatro de la madrugada los camareros le sacaron a
rastras del local y le pidieron que no volviese. De regreso recordó todos los
días felices, aquellos en los que paseaba bajo la lluvia de la mano de Betsabé.
'80 veces', de Rozalén
No hay comentarios:
Publicar un comentario