Antes, prensa, radio y televisión tenían por finalidad
dar a la ciudadanía la Información necesaria para que ésta opinara y actuara
con conocimiento de causa. A mí, como travesti, no me servía de gran cosa, pero
la deontología era la que tenía que ser. Ahora, por el contrario, triunfa y
prevalece el que halaga los bajos instintos del populacho y no hay autoridad
que pueda ponerle freno o que, pudiendo, se arriesgue a enajenarse al
electorado aplicando las necesarias medidas restrictivas.
El secreto de la modelo extraviada, de Eduardo Mendoza.
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