No sabía odiar
He vuelto a poner a Rozalén. Sus letras, sus
canciones. Suenan por toda la casa intentando combatir la pena, procurando
darle la vuelta a la maldad como si fuese un simple calcetín. No se puede
entender aquello que es irracional; no hay que darle más vueltas... Cuando
alguien hace algo malo, terrible, simplemente lo hace y las razones pasan a un
segundo plano. Ya no hay vuelta atrás, ya no volverá. La muerte es quizá lo
peor, lo peor para los que se quedan, para quienes tenemos que seguir vivos. Y
entre tanta oscuridad, una luz. Qué bonito es que haya gente que solo
desprenden claridad, que hasta del dolor más absoluto sepan cómo sacar la
cabeza para poder respirar. Y no se trata de perdonar al asesino, solo de
seguir adelante, porque el que ya no está no sabía de odiar. Y esa imagen es el
envés de aquel revés que está lleno de niños que con sus «asesina» y «pena de
muerte» en los móviles iluminan la noche más oscura. No puede ser que el dolor
más amargo nos gane, no puede vencer el odio, el desgarro… Y ahí suenan esas
estrofas valientes de Rozalén, inundándolo todo. Y la luz, la vida, el mar se
imponen. También están los mil peces que nadan llenos de esperanzas y sonrisas…
Pd. Ánimo y luz.
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