De niña bonita a cíborg
La niña bonita se alimentaba de hombres. Era alta,
tanto que en alguna noche de marcha le habían preguntado si en realidad era un
maromo. Risas fue lo único que les dijo. Le gustaba el taconazo, aunque lo que
realmente la encandilaba eran las gafas de sol. Las llevaba siempre a juego con
sus braguitas, pero eso solo unos cuantos afortunados lo sabían. Su tema favorito
era hablar de sí misma. Y en éstas estaba cuando un se puso tetas. Quería aumentar
solo un par de tallas y a su especialista la idea le cuadró sobre todo porque
se las iba a pagar a tocateja. De paso le recomendó ponerse pestañas, moldearse
los pómulos y también iniciar sus trabajos en caderas, barriga y culete. En fin,
que en poco tiempo pasó de niña bonita a cíborg. Los tíos flipaban con ella y
ella seguía respondiéndoles a todos y a todo con risas…
Pd. Cuatro de julio y sumando...
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