La casa azul. No es fácil vivir en una casa azul, aunque no siempre fue azul. Primero fue blanca, de un blanco que encandilaba, de ese blanco que en verano deslumbra y achicharra. Después azul y dejó de ser una más, para convertirse en la casa azul. Solo había una y me daba tanta paz, tanto sosiego, por muchas tormentas que hubiera atravesado. Así era, allí volvía a sentirme seguro, a salvo de todo mal, de la vida… Ya no hay casa, la casa azul ya no está.
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