domingo, 20 de julio de 2008

Con mis gafas en el agua salada

Está escondido. Lejos de todo y todos. Entre plataneras. Tras un sendero serpenteante y estrecho. Hoy volví al Charco del Viento, en La Guancha. Me sumergí con mis gafas en el agua salada. En uno de esos charcos donde los peces te besan la planta de los pies y el fondo se ve transparente y limpio. La sal se pega a tu piel y se queda escondida en tus rendijas para siempre. Seguro que allí van a morir las ballenas para poder oír como las olas rompen perpetuamente contra las rocas. Y me río porque tengo las gafas puestas y veo el fondo del mar. Me miro mi piel tostada y me gusta. Y mis labios. Y me siento contra las piedras. Las olas se rompen y yo abro las piernas y me elevo en el charco. Miro al cielo y las nubes tapan el sol. Ya son más de las seis, pero da igual. Permanecemos recreándonos. Pasando los segundos. Disfrutando y mi camiseta se moja y el móvil se queda sin cobertura. Me apetece un masaje, dicen que logran sentirte pegado a la tierra, aunque esté dentro del agua. Y quiero que esto sea para siempre.

http://es.youtube.com/watch?v=ZyWsLgC_Pvc

Pdt. Esta ha sido la primera canción que he tarareado este domingo y, claro está, también la última. Es de la Rabia...

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