Descuelgo el teléfono y suena una canción. La tararea mi Moné. Es la de este verano, sin lugar a dudas. Y todo el mundo cambia de color. La calle se vuelve divertida y el sol baila entre las nubes. Sí, estos dos últimos días han sido distintos. El sábado comenzó chungo. Estaba nublado, pero a medida que avanzaba la jornada todo iba tomando un cariz distinto. Sin razón aparente. Las cosas salían poco a poco y al final me coloqué mis nuevas gafas para comer arepas. El cansancio me pudo, pero soñé cosas bonitas por lo que mereció la pena acostarme pasada la media noche. Los domingos siguen siendo especiales en Santa Cruz. Creo que sus mañanas son las que más me gustan. Ayer se habían olvidado de apagar las luces de la Plaza de España a eso de las diez y junto al sol timorato hacían del Lago de las Mareas un rincón increíble... La prensa se portó bien, aunque deseé no tener que trabajar. Los deseos no siempre se convierten en realidad, pero las horas pasaron rápido. Terminé en La Laguna. La Plaza del Cristo estaba atestada. Muchas eran caras conocidas. Entre ellas, la de LaPortuguesaBollo. Hacía como tres años que no la veía. Estaba a unos cinco metros de mí, pero nuestras miradas nunca se cruzaron y no tuvimos que saludarnos. Los últimos meses he pensado en ella. Mucho. A veces las cosas pasan y no queremos que lo hagan. Recordé la última vez. Cuando se marchó y nunca más quiso saber de mí. Me dejó allí, en un bar borracho y solo. Sin mirar atrás. Y a pesar de todo, para mí fue como si me quitaran mil kilos de encima. Descansé en paz, aunque ello no signifique que no la aprecie o que le guarde afecto. Fueron demasiados años siendo cómplices... Después salió Manolo Vieira. Estuvo en su línea. Vi otras caras y acabé agotado. Lo último que recuerdo es el despertador sonando esta mañana.
http://es.youtube.com/watch?v=HRf74LHVI7w
Pdt. Corazón de dinero, corazón de dinero... Cada vez que la oigo se me van los pies...
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