Todo está a oscuras. Una pequeña bombilla desnuda corona una mesa maltrecha de madera importada. La acarician cuatro sillas en las que sólo hay tres tahúres sentados. Él, tú y yo. Este juego nunca se me ha dado demasiado bien. Las cartas van cayendo poco a poco. No atisbo cómo va la partida, pero intuyo que voy perdiendo. Esos pálpitos nunca me fallan. Vuelve a barajar y repartir. El humo de los cigarros mal apagados se me va atragantando. Pido un whiskito, doble, y me lo zampo de un trago. Me apetecen unas magdalenas de jengibre. Tocan el timbre y un señor con cofia abre amable después de comprobar que la contraseña es la correcta. Ya están aquí las gogos, dice un poco atontado. Las chicas se colocan en los laterales y cada una se hace con una barra con la que bailan al son del silencio. Ninguno les hacemos demasiado caso. Tengo un cinco de oros, mientras tú juegas con el dos de picas. Él siempre gana con su rey de corazones, pero esa ya es otra historia. Hasta ahora no había caído en que jugamos con cartas distintas. Mientras yo sólo atino a recoger oros, copas, bastos y espadas; ustedes van con picas, tréboles, rombos y, como no, corazones. Miro al techo y me tropiezo con una araña. Juega a ser mujer y teje una tela que me emboba unos segundos. Cuando vuelvo a la mesa, en la que están los naipes, veo que todas las cartas están boca arriba y mi suerte echada. Él baila sonriente, tú también justo delante de él y yo sigo mirando. Sé que vuelvo a perder. Esta vez tampoco me quieres…
http://www.youtube.com/watch?v=1VD-1lGbzP4&feature=related
Pdt. Hoy vuelven las nubes a Santa Cruz. Las combato con un remix de la mítica 'Bambola' de Patty Pravo.
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