No sé cual es el lugar que escogen las cosas que se pierden para descansar. ¿A dónde van? ¿Por qué se escapan? ¿Qué quieren, qué buscan? Las cosas que ya no están a veces dejan un hueco extraño en el estómago. Todo parece normal, cotidiano, pero al comer es imposible tragar nada porque ese vacío pequeño no deja nada nuevo lo invada. Miras al horizonte y la tristeza de la morriña no quiere abandonar el barco. Sigue ahí, surcando las horas y los segundos. Haces escala en un puerto, pero las máquinas expendedoras de tarjetas de embarque te susurran que las cosas ya no están junto a ti. Hace unos días perdí en un antro de mala muerte mi pulsera. Había demasiada gente que me miraba. Era la que lograba dar armonía a mi muñeca, ahora sus dos hermanas están como huérfanas de vida. Me di cuenta al despertar. No estaba. Busqué por si estaba enredada en mi camisa negra o rebujada en mis vaqueros. Atiné a alcanzar el sofá donde sí estaban mis otras dos pulseras, pero nada; y supe a ciencia cierta que ya no estaba, que se había ido para siempre aunque no me dijese a dónde se iba. Lo mismo me pasó un día con el amor…
http://www.youtube.com/watch?v=QHLjv36f804
Pdt. Un descubrimiento, Los Monos y su 'Poco a poco'.
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