El tic tac del reloj no descansa. Inclemente. Los días pasan y las nubes marfil continúan ahí, controlándolo todo desde el cielo. Las miradas me apremian. Todo tiene que ser ya y me aturdo, lo confieso. Ahora. Hoy. Sólo se oyen a este lado del mar voces impacientes que me dicen que mañana es demasiado tarde. Las palabras caducan al segundo e intento tímido rebelarme contra la urgencia del mundo, que a veces no me deja darme cuenta de que estoy vivo. En días como este sábado de junio necesito para seguir respirando descansar, detenerme un instante y volver al principio de las cosas. ¿Quién dijo que los buenos momentos tienen que ser efímeros, que se agotan? El teléfono suena y me dicen que los pedidos eran para ayer y me encojo de hombros, sin nada que añadir. Y ante tanto reclamo, opto por soñar. Por acatar que lo que tenga que pasar sucederá, que tal vez en otoño sea el tiempo del amor o que en febrero nazca el niño que nos salve de tanta normalidad. Me decanto por acostarme a la hora que me marca el estómago o por sentir a mi ritmo. Sin prisas, parándome en cada rotonda del camino. Jugando con los globos de colores y las marionetas que me encuentro o dibujando pájaros con tiza en tu pared. Hoy me apetece lento...
Pdt. Mientras escribía hoy sonaba 'Qué bonito' de Rosario Flores...
2 comentarios:
Hola Ce!!!!! El tiempo ha sido tirano conmigo estos últimos días y ni pude sentarme a leerte un rato hasta hoy...por fin sábado!!! jajaja...
Confieso que ya extrañaba leer y reconocer en este mundo distinto, el tuyo, las pequeñas cosas escritas de tan bonita manera...
Abrazo Fuerte!!!!...
Yo también he de reconocer que ya te echaba de menos jejeje Me alegra que ya estés por aquí. Un abrazo.
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