De pasada leyó una
minúscula frase que alguien se había dejado olvidada en algún rincón de
Internet. Un héroe muere, pero otro es descubierto. Justo en ese instante se detuvo
un segundo. Tenía que digerirla bien. La prisa, en estos casos, no siempre es
buena consejera. Un héroe muere, pero otro es descubierto. La repensó un buen
rato y se entretuvo recordando a esos héroes de plástico que cada noche salvan
a la multitud en sus canales de televisión. Esos héroes que hablan de todo y
que siempre dibujan la verdad con su mano siniestra. Lo revisten de una
honestidad endeble, en algunos casos, mínima. Hasta logran confundir lo que es
cierto de lo que no es. Pero ellos, siempre héroes, salen victoriosos de todos
los embates. Son los jefes del coro y como tales iluminan lo que tocan y son
seguidos por un selecto grupo de respetables. Y esos respetables aplauden
cuando el viento les es favorable, pero a poco que la cosa se tuerza no se
amilanan al detallar las pequeñas miserias de sus héroes. Un héroe muere, pero
otro es descubierto. Y la masa no escucha, más bien aplaude a sus héroes, que
para eso son suyos. Y estos, irremediablemente, siempre caen de pie.
'One thing', de Peter and Kerry
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