Arnau asintió en silencio. Sí, allá iban. Solos,
dejando atrás sus problemas y sus miserias. Despedidos como héroes, con la
mente en la guerra, sólo en la guerra. ¡Cuánto daría él por estar a bordo de
una de esas galeras!
La catedral del mar, de Ildefonso Falcones.
Verano, de La Oreja de Van Gogh.
No hay comentarios:
Publicar un comentario