Estos
días he recordado el final de una película. En él, Álvaro de Luna le decía al
protagonista «espero que no te equivoques». Se lo dijo cuando éste, Mambí,
decidió quedarse en Cuba tras su independencia allá por los últimos años del
siglo XIX. Las tropas españolas regresaban a Europa. Y este final me ha venido
a la memoria porque estos días –ya casi hemos gastado un quinto del siglo
XIX- veo como unos y otros están enfrascados en mil batallas. Algunos ponen sus
objetivos, loables, no digo yo que no, delante de todo; sin importarles nada,
dejando cadáveres a su paso. Y en esas es cuando me viene a la cabeza ese
«espero que no te equivoques» porque, al final, no dejo de pensar en que muchas
de estas luchas no son más que burbujas que antes o después terminarán
desinflándose. Y me apena, me entristece que en muchas de estas
reivindicaciones no haya nada más que apariencia, que el fondo sea apenas un
lodazal poco profundo. Que no les importen los muertos, muertos que también
tendrían mucho que decir y que si les hubieran dejado hubieran dicho que ellos
también querían batallar… Al final, la historia es la que es y nos pondrá en
nuestro sitio, bueno o malo, errado o no. Ojalá los daños les merezcan la pena…
This is me, de Keala Settle.
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