martes, 5 de febrero de 2008

Reinventándome perpetuamente


Vuelvo a estar vivo, después de estar muerto dos días. Tal vez tenga ese don de la inmortalidad, como el ave fénix, y pueda renacer de mis cenizas perpetuamente. Reinventándome una y otra vez.
Hoy ha sido un día importante. Bofilito ya sabe que Azul Tokio existe. Tenía tantas cosas por contarle que iba a ser imposible decírselas todas como a mí me gustaría. Por eso le abrí la puerta de este mundo. Era una deuda que tenía pendiente. Era necesario para comenzar a recomponer mi corazón.
“He entrado en tu mundo y me da miedo mancillarlo. Ahora siempre tendré miedo de estropear tus sueños. La realidad decepciona y yo estoy hecho de ella”, se limitó a decir y me quedé en silencio.
Ahora estoy tranquilo. Me dijo más cosas. Aún no las he digerido todas. Me he quedado detenido en el tiempo. Distante. Lejos. Me cuesta asimilar. Le escucho atentamente. Intento retener todas sus palabras, pero hay contenidos que se me escapan. Como las olas del mar, esas que nunca puedo atrapar. Las que me acarician las plantas de los pies.
No sé dónde terminará todo esto. Dice que la pelota ahora está en mi tejado... No sé si creerle. También hablaba de no sé que historias de la razón. No sabe aún, que yo voy a impulsos. Que necesito otras cosas para vivir. Para existir.
Sí, sé que ha sido un día importante.

2 comentarios:

Sergio Chueca Urzay dijo...

Es una buena forma de ver el carnaval lo de reinventarse a uno mismo, sobre todo el día después, al mirarse en el espejo...

Ce Castro dijo...

Lamentablemente, lo de reinventarme -o reconstruirme- no tiene nada que ver con la resaca carnavalera... Pero es una bonita forma de verlo.