La mañana es tranquila. Los gatos comienzan a despertarse y el run run de las olas casi que no se oye a tantos kilómetros de la playa. El sol gana terreno al rocío y amable y tibio se arranca a cantar una canción de amor. Las flores le hacen los coros y algún semáforo despistado comienza a aplaudir a destiempo. A los chicos les da por zampar hamburguesas con mucha mostaza y ellas optan por el Martini seco. La calle parece en armonía y Matt escucha como su corazón late acompasado con la vida. Empieza a hacer cuentas, memoriza la tabla del ocho, que siempre le pareció la más complicada de todas, y cada vez que dobla una esquina traviesa ríe. A mordiscos se come una manzana roja y busca plátanos verdosos para escacharlos con gofio. Lo intenta en el cielo y descubre su azul, más rutilante que nunca. Y en la azotea descansó, sabiendo que tenía los deberes hechos.
'Se dejaba llevar', Angonio Vega y Ketama
Pdt. Cielo, ¿de dónde sacaste ese azul?
2 comentarios:
Hola Amigo Ce...gracias por haber pasado por el blog, te cuento, estoy de vacaciones, en estos momentos en Perú, casi no me conecto, jaja. Seguí escribiendo así tengo material para cuando vuelvo, ja...
Espero que estes muy bien...besotessssss
Jo, cuanto me alegro de que estés de vacaciones. Perú tiene que ser muy bonito, como todos los lugares dónde no se ha estado antes... Esperaré esas nuevas historias. Por aquí con mucho lío y sin demasiado tiempo libre, estoy comenzando en otro trabajo y me imagino que ya sabes como son estas cosas jejeje, pero estoy muy ilusionado. Un abrazo fuerte!
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