miércoles, 2 de enero de 2013
Bajo las sábanas de franela
Aquella mañana se
levantó intranquilo. Extra G se había dormido rápido leyendo una de esas
novelas de aventuras que venden en los aeropuertos al inicio del verano. Iba de
un conquistador de principios del siglo XVI que recorría el nuevo mundo. Fue hasta
la cocina a por un poco de agua y todo estaba en calma, sin que nada se
moviese, apenas había coches en la calle. Todo dormía y un hormigueo le comenzó
a recorrer el cuerpo desde los dedos de los pies. Algo le atemorizaba, pero no
quería pensar demasiado en qué. Extra G se aproximaba a la cuarentena y, tal
vez, llevaba excesivo tiempo cavilando en que su mundo se estaba terminando. Hacía
cinco años, se veía diferente, guapo, con fuerzas y con una larga trayectoria
por andar, pero ahora todo había cambiado. La monotonía del día a día, la
maldita crisis y alguna que otra decepción lo habían colocado en un estrecho
túnel sin salidas. Había días en los que confiaba en sus posibilidades de
hallar un mundo nuevo, pero hoy no era el caso. Quiso volver a la cama y
esconderse bajo las sábanas de franela. Estuvo tentado e incluso dio un par de
pasos en esa dirección, hasta que se le ocurrió mirar por la ventana un
instante diminuto y descubrió que el sol de invierno, timorato y esquivo, había
vuelto a salir...
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2 comentarios:
a veces para encontrar nuevos mundos
hay que quedarse quieto
y esperar a que los nuevos mundos nos encuentren
...
más si es bajo unas cálidas sábanas
un domingo por la mañana
Tienes razón, en ocasiones es mejor primero saber dónde estamos para poder descubrir nuevos y mejores mundos ;) Un abrazo fuerte
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